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Los pueblos indígenas de Nicaragua luchan por recursos básicos y una vida armoniosa
Para lograr una sana convivencia entre ellos y mejorar sus condiciones de vida ha sido necesario establecer un orden que fuera acompañado de paz.
En Nicaragua, los indígenas y afrodescendientes tienen un título de propiedad comunal que los admite como dueños de los terrenos que han ocupado históricamente. Esto es posible gracias al llamado Estatuto de Autonomía, una iniciativa del presidente Daniel Ortega, aprobada en 1987, que además reconoce los derechos de estas comunidades a preservar y desarrollar sus lenguas, religiones y culturas, y a usar y disfrutar las aguas, bosques y tierras de su entorno.
Desde entonces Nicaragua ha logrado avanzar significativamente en este aspecto. Más del 33 % del territorio nacional está reconocido como propiedad de los pueblos indígenas, aunque más del 80 % se considera como tierra indígena. Entre los beneficiados de este aspecto jurídico se encuentra la comunidad de Karatá, en la costa del Caribe nicaragüense, donde viven 310 pueblos indígenas y afrodescendientes.
Cabe destacar que, para lograr una sana convivencia entre ellos y mejorar sus condiciones de vida, ha sido necesario establecer un orden que fuera acompañado de paz. "Fue un proceso amplio porque se tenía que negociar etapas de conflictos entre comunidades y territorios vecinos", cuenta Ronald Wittingham, presidente del Gobierno Territorial indígena de Karatá.
Se realizaron más de 1.000 sesiones de resolución de conflictos, donde el diálogo respetuoso ha jugado un papel fundamental y el consenso ha permitido la construcción de carreteras y puentes, y la distribución de recursos tan básicos como el agua potable. En esta región de Nicaragua, la paz y la complementariedad son notorias. Ahora, la convivencia armoniosa es otro de sus grandes tesoros.
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