
Anillos de marfil en tumbas anglosajonas podrían revelar rutas comerciales inesperadas

En más de 70 cementerios anglosajones que datan del siglo V y VII d.C. han sido encontrados cientos de restos de mujeres de élite con misteriosos anillos de marfil.
Finalmente, mediante la ayuda de un enfoque multimetodológico, arqueólogos descubrieron que el marfil procedía de elefantes que vivían en el Gran Valle del Rift, en África oriental, a unos 6.400 kilómetros de Inglaterra. Los resultados de sus estudios los han publicado en la revista científica Journal of Archeological Science: Reports.
Excavaciones recientes hechas por los responsables del estudio entre 2017 y 2019 en un cementerio anglosajón de la localidad de Scremby, 185 kilómetros al norte de Londres, revelaron siete inhumaciones femeninas que incluían en sus conjuntos funerarios anillos de marfil de 10 a 15 centímetros de diámetro, los cuales originalmente habrían formado la abertura rígida para bolsos que colgaban de la cintura.

Un gran número de estos anillos han sido encontrados por todo el centro, sur y este de Inglaterra desde el siglo XIX, e inicialmente se asumió que se trataba de algún tipo de brazalete. No obstante, desde 1857 se identificó, gracias a los fragmentos de tela encontrados en uno de ellos, que en realidad eran uno de los componentes de bolsas para llevar objetos. Pero la pregunta del origen del marfil había permanecido abierta por más de 200 años.

Los resultados del estudio permitieron a los investigadores no solo descartar la teoría de que el marfil podría proceder de otras fuentes, como mamuts o morsas del Ártico, tal como propusieron varios expertos, sino que además podrían revelar una de las rutas comerciales más largas conocidas de esa época, pues sugieren que los anillos eran elaborados en África, probablemente en el Reino de Axum (en el noreste del continente), para luego ser exportados a Inglaterra. El gran número de anillos pertenecientes a estos siglos que se han encontrado evidencia que fueron populares por al menos 100 años, lo que "sugiere que se trataba de un comercio sostenido y prolongado", señaló el arqueólogo Hugh Willmott, uno de los coautores del estudio para un artículo publicado por LiveScience.
El estudio analiza las redes y los factores socioeconómicos que facilitaron la distribución del marfil de África a las islas británicas en esa época, ya que la rareza de este tipo de material, que no estaba disponible de forma natural en la Inglaterra de los siglos V-VII, indicaría que pudo haber sido utilizado no tanto con un fin práctico sino más bien como un símbolo de riqueza.
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