
¿Están rotas las cadenas de la colonización española en Venezuela?

Tuvieron que pasar dos décadas para que el imperio español rompiera oficialmente, a través de un documento, las cadenas que mantuvo con sus excolonias después de la derrota que significó la Batalla de Ayacucho (1824), considerada como "el juicio final" de su dominio en América.
El 30 de marzo de 1845 se firmó en Madrid el 'Tratado de Paz y Amistad'. En ese escrito, España reconoció a Venezuela como una nación independiente, bajo cláusulas como la renuncia de la reina a los "derechos y acciones" sobre la antigua Capitanía General en territorio venezolano, el "total olvido de lo pasado" y "una amnistía general y completa para todos los venezolanos y españoles", según las revistas de la Universidad de Granada.
Aunque en el papel quedó acordada y sellada la independencia venezolana, en los últimos 25 años las relaciones con el país europeo pasaron por momentos críticos y han estado al borde de la ruptura. Mientras que Madrid reiteradamente ha cuestionado la transparencia de los procesos electorales venezolanos y ha recibido a varios prófugos de la justicia de la nación suramericana—incluido el excandidato Edmundo González—, Caracas ha tildado a España de colonialista y de querer interferir en su política interna.

Para conocer la opinión de dos expertos sobre la ruptura de ese vínculo impuesto en la Colonia, y fracturado oficialmente hace doscientos años, RT entrevistó a los historiadores venezolanos Lionel Muñoz y Williams Mujica.
Décadas complejas
Desde la firma del acta de la independencia de Venezuela, en 1811, hasta la suscripción del 'Tratado de Paz y Amistad', en 1845, hubo varios eventos relevantes, como la salida de las últimas tropas que reivindicaban los derechos de España sobre territorio venezolano tras 'La toma de Puerto Cabello', en 1823.
Siete años más tarde, en 1830, Venezuela se separó de la Gran Colombia y se conformó como república. Sin embargo, puntualiza Muñoz, España "se negaba a renunciar a sus derechos secularmente adquiridos en el proceso de Conquista y colonización" porque "le costó asimilar la derrota que se le propinó".
Y es que, a pesar de la contundente victoria patriota en Ayacucho, que hizo que el ejército realista se retirara diezmado de sus antiguas posesiones, "el rey Fernando VII se empecina en la reconquista de América impidiendo el reconocimiento de la independencia", recoge el Ministerio de Cultura español.

Los años convulsos
El historiador Mujica también expone que Venezuela, como república, no poseía aún un Estado-Nación debido a que en los convulsos años después de la emancipación, "había muchas pugnas internas por el poder", por lo que el colonialismo "seguía latente".
Si bien el imperio español había sido diezmado en América, dentro de Venezuela había disputas territoriales entre "fracciones que tenían ejércitos particulares" y que querían el acceso a poder.
En el siglo XIX, en Venezuela se extendió el fenómeno conocido como el 'caudillismo', donde la jefatura de los pequeños ejércitos la tenía un líder con ascendencia local, que enfrentaba a las cabezas centrales. La proliferación de este fenómeno fue consecuencia de la imposibilidad de este de ejercer un poder en todo el territorio, que se encontraba fragmentado, detalla el Diccionario de Historia de Venezuela.

Memoria contra olvido
Históricamente, la Corona española pareciera privilegiar el olvido sobre la memoria. En el 'Tratado de Paz y Amistad' también se acordó poner en práctica el "total olvido de lo pasado". Esta cláusula, que pareciera más beneficiosa para España que para los que padecieron los horrores de la Conquista, en la actualidad sigue guiando su política exterior con las excolonias.
En esa línea, es conocida la controversia con México por la negativa del Estado español a pedir perdón por los crímenes cometidos durante la etapa hispánica.
Ante el intento de borrar la memoria, el profesor Muñoz sentencia que "hay un pasado que no se olvida y que no termina de pasar". "La historia, científicamente estudiada, consiste también en escrutar esas zonas del pretérito que habitan en nuestro presente. Trescientos años de vida colonial española no pueden olvidarse así de un plumazo", agrega.

Bajo su punto de vista, el "fortalecimiento de la conciencia histórica consiste en mirar integralmente el tiempo en el que formamos parte del imperio más extendido de la historia de la humanidad, que fue el español".
Para el también investigador de la Universidad Central de Venezuela (UCV), más que disculpas por eventos pasados, "se trata de ver las relaciones en términos históricos" para "reivindicar la total y absoluta independencia de Venezuela y su soberanía a escala internacional".
"Caminar por nuestro propio rumbo"
Ese "olvido" sobre el que se quiere cimentar una etapa histórica que, según cálculos, causó decenas de millones de muertes en América, no se traduce en la ruptura del vínculo colonizador por parte de España. Según afirma Muñoz, "en algunas mentes de la península ibérica, todavía anida la idea de que estos espacios forman parte extendida de su territorio".

"A quienes preservan esa vetusta idea de que Venezuela sigue siendo una colonia, hay que recordarles que hace más de dos siglos decidimos caminar por nuestro propio rumbo, que nos decidimos por la soberanía, la independencia y la república", asevera.
Por su parte, Mujica recuerda que la independencia del país suramericano "fue una conquista a través de las luchas y de las muertes de los patriotas". Asimismo, señala que tanto España como otros países europeos actualmente "no tienen autonomía y no imponen políticas porque tienen en su cuello la cadena del imperialismo".
"Europa –continúa Mujica– está sumergida en una nueva colonización y está encadenada a la política internacional de EE.UU., es decir, ahora conforma un grupo de países satélites del imperio norteamericano, por no decir que ha sido esclavizada".
En contraste, el historiador sostiene que la nación suramericana "no se ha dejado someter por el gobierno de los EE.UU., que quiere tener en sus manos la cadena que tuvieron los españoles, a través de las medidas coercitivas para someter a los países que no aceptan ser esclavos se su política". "La lucha no es contra una España diezmada en su política internacional, una España sometida al Departamento de Estado de EE.UU.: la lucha es por nuestra soberanía", concluye Mujica.
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