Opinión
Opinión
Luis Gonzalo Segura
Ex teniente del Ejército de Tierra expulsado por denunciar corrupción, abusos y privilegios anacrónicos. Autor del ensayo El libro negro del Ejército español (octubre de 2017) y las novelas Un paso al frente (2014) y Código rojo (2015)
@luisgonzaloseg
Lo que a Europa le importa es que Kiev parezca democrática y, sobre todo, que sea suya.
Difícil saber si el continente será capaz de conseguir una unión política, social, fiscal o judicial que la convierta en un actor geopolítico mundial en lugar de una marioneta norteamericana.
La región está en un parteaguas: ceder ante un intento de reconquista europeo —y occidental— o aprovechar su oportunidad histórica de conseguir la soberanía plena.
No es periodismo ni es democracia lo que hay en el país andino, pero es una de las mejores novelas norteamericanas del año.
El mapa electoral de las autonomías y municipios españoles es mayoritariamente azul, una victoria sin paliativos que deja a la izquierda en un reducto de cara a los comicios anticipados del 23 de julio.
Si prestamos un poco de atención, en el relato occidental siempre hay un elemento mágico que, por sí mismo, va a ser determinante.
Lo más preocupante, sin embargo, es que nos encontramos ante un diálogo de sordos porque Occidente no busca la paz, sino la rendición.
La versión de los servicios de inteligencia occidentales, mucho más inverosímil y endeble, debería haber merecido el mismo trato que la de Hersh, tanto en visibilidad como en confiabilidad. Pero no fue así.
Conseguir la unidad de la región, siempre y cuando esta no se produzca bajo el tutelaje y el control norteamericano, como en Europa, no será sencillo.
Francia lleva ofreciendo durante años un despliegue militar ineficiente mientras se apodera de lo más valioso del país.
Hay una imparable ola demográfica que no se va a conformar con matices, sino que va a exigir cambios reales. Y el primero de ellos pasa por ser tratados como iguales.
Las fricciones demuestran que los países occidentales no están unidos. Y lo peor de todo es que ni siquiera lo aparentan.