El filósofo y politólogo brasileño Emir Sader considera que Latinoamérica se ha convertido en "el epicentro de la lucha antineoliberal", toda vez que el inicio de este siglo ha estado marcado por el ascenso de liderazgos progresistas.
En el programa 'Conversando con Correa', Sader contrastó el desarrollo político de los últimos cinco lustros con la época que le tocó vivir, desde mediados del siglo XX, con la irrupción de la Revolución Cubana y la posterior respuesta del imperialismo estadounidense, que propició sangrientas dictaduras en el Cono Sur.
"Este siglo empezó como un siglo latinoamericano, antineoliberal, de reivindicaciones nacionales, democráticas, populares, con gobiernos y con liderazgos latinoamericanos, que se han vuelto los grandes liderazgos políticos del mundo porque la región fue la única que tuvo gobiernos antineoliberales", aseveró.
Para Sader, ese comportamiento fue una suerte de "anomalía" a principios de siglo, "porque el neoliberalismo fue el modelo que más de difundió en el mundo".
Estado mínimo, mercado máximo
En su reflexión, Sader advirtió que no es el fin de la disputa, ya que los defensores de la doctrina neoliberal han enfilado sus golpes contra el Estado, al considerar que la estructura "se ha vuelto un problema" para ellos.
"El Estado pasó a ser el blanco de sus grandes ataques, porque el Estado podía reglamentar la economía, desarrollar políticas sociales, alianzas internacionales (...) Entonces, de ahí vino la idea del Estado mínimo, que significa 'mercado máximo': todo es mercancía, todo se vende, todo se compra, todo tiene precio", puntualizó el especialista.
Pese a ello, destacó que Latinoamérica ahora es la región que "más resiste" al embate de estos postulados, con Gobiernos de izquierda o progresistas en países como Honduras, México, Uruguay, Colombia y Brasil.
"La idea del Estado mínimo significa 'mercado máximo': todo es mercancía, todo se vende, todo se compra, todo tiene precio".
Errores: pasado y presente
Militante, exguerrillero, pensador de la izquierda y exiliado durante la dictadura, Sader puso en perspectiva los aciertos y fallos de la lucha política de su generación en la región, al estimar que uno de los flancos débiles fue creer que era posible replicar el modelo de la Revolución Cubana en países con una historia distinta a la del país caribeño.
No obstante, reivindicó la necesidad de "disputar" el concepto de democracia y "darle un contenido distinto" a su concepción burguesa, para que sirva de modelo a los jóvenes y lleve el debate a la esfera del interés público.
"Democratizar el Estado, que es nuestra obligación, es hacer un espacio para los intereses públicos, garantizar los derechos de todos. Es un paso atrás, porque el neoliberalismo es la referencia mundial".
"El Estado es un espacio de disputa entre intereses mercantiles e intereses públicos. Democratizar el Estado, que es nuestra obligación, es hacer un espacio para los intereses públicos, garantizar los derechos de todos. Es un paso atrás, porque el neoliberalismo es la referencia mundial (...) El capital especulativo es el eje de nuestra economía", lamentó.
Para Sader, el mayor reto es "hacer que la democracia formal sea la democracia real", lo que implica "construir desde lo público para enfrentar a los poderes fácticos" y permitir que "todo individuo se vuelva ciudadano, sujeto de derecho".
Trump y los BRICS
El filósofo consideró que una de las movidas geopolíticas más importantes de este siglo ha sido la conformación de los BRICS, ya que conjuga por primera vez "la fuerza política y militar de Rusia, la fuerza económica de China, la capacidad de articulación política de Brasil" y las potencialidades del resto de los países miembro.
De este modo, aseguró que se ha dado forma a un "nuevo gran fenómeno que se enfrenta al imperialismo norteamericano", con un bloque que representa el 27 % del PIB mundial y alberga a 41 % de la población mundial.
Más allá de las diferencias y las asimetrías entre sus integrantes, Sader afirmó que los une una "posición contrahegemónica" del Sur Global, que emerge en medio de "declive" del imperialismo norteamericano.
A su juicio, el ocaso de esa hegemonía también ha sido consecuencia directa del actual inquilino de la Casa Blanca: "[Donald Trump] es un suicida", aseveró.